Después de haberme librado de pagar tal cantidad para subir al tren de camino a casa de mi hermana, me senté de nuevo en uno de los asientos. En cada asiento, delante de cada uno, había una mesa, y al rato pasó un hombre mayor, de cuerpo delgado, con una tez blanca, llevaba una mascarilla, un gorro tipo los que llevan los médicos, una bata blanca y unos guantes de látex, en una mano llevaba una jeringa del cual estaba llena de sangre y mientras se paseaba por el tren, dejaba en cada mesa una gota de sangre, no sabía el porqué, pero sentía miedo, iba sola y no sabía que hacer al respecto, ni siquiera sabía si iba a hacerme algo a mi así que me arrinconé al lado de la ventana del tren esperando a que no se acercase, pero luego volvió a pasar por el lado de mi asiento, se quedó mirando y cerré los ojos esperando que no me hiciera nada, pero extendió su mano y me inyectó algo mientra forcejeaba para poder escapar.
Desperté en un sitio oscuro del cual no sabía dónde me hayaba, e intenté escapar sin ningún éxito , porque era demasiado tarde y la única puerta que había se acababa de cerrar por el hombre que quería trocearme cada uno de mis partes del cuerpo, no podía hacer nada así que cerré los ojos y desperté, era todo una pesadilla por suerte, pero igual sentía miedo, pues al día siguiente debía coger un tren.
K.x